Mucho se ha escrito y tratado el tema
relacionado al por qué de las cosas. Por
qué las mismas ocurren y por qué no se puede cambiar. Para ello se barajan
diversas teorías al respecto, desde el punto de vista científico hasta el
sicológico. Y todos ofrecen un punto de
vista que supuestamente permita resolver la cuestión. Sin embargo, inclusive muchos de estos
investigadores conocen la realidad y la verdad de los origines de la mayoría de
los fenómenos que están enfermando a la humanidad. Y es algo que corresponde a este tiempo, y no
de siglos atrás, como se ha pretendido para ocultar su propia responsabilidad.
Como todo quehacer humano, explorar
nuestra capacidad de entendimiento a las cosas que están frente a nosotros y
ponerla a prueba a la aceptación, por más ridícula que ésta sea, es la base de
todo comentario. Llámese este, tesis, teoría, teorema, etc. Yo prefiero llamarle el Tratado Simple de las
cosas, bajo el marco del sistema del orden natural. Si sumamos esto a la
realidad, obtendremos sin duda alguna las innumerables respuestas que
esperamos.
Iniciemos con lo más básico. El Medio ambiente.
EL TRATADO DEL MEDIO AMBIENTE.
La ley del más fuerte, impera en el
deterioro del medio ambiente. Los países industrializados, y ojo, nos referimos
al contubernio de los políticos ambiciosos con los inversionistas de empresas
inescrupulosas que enferman el entorno, en pro de lucro y no de adelantos
tecnológico o científicos.
En la época más cercana al pasado siglo
XX, los ríos no estaban contaminados, ni podía dejar de verse los verdes valles
carente de arboledas. Muchas de las
pinturas naturalistas de principios de 1900, no retratan paisajes deteriorados
por la polución o la tala de árboles, pues tal situación hubiera sido reflejada
por los artistas, sin lugar a duda.
Desde la llegada de los adelantos
tecnológicos más arcaicos, el sistema de orden natural fue alterado.
¿Cuánta madera se requirieron para
construir los rieles de las grandes locomotoras que circularon en Europa y
luego en América?
Indudablemente, el ferrocarril, uno de los
primeros transportes masivos, con propósitos de embarque de cosas, y luego de
personas, acortó las distancias y provoco una mejora en la movilización de
bienes y servicios para el comercio local e internacional en sus mejores
épocas. ¿Pero bajo que costo?
¿Cuánto hidrocarburo vegetal
comenzaron a elevarse a los cielos, con la llegada de las locomotoras y los
barcos a vapor?
Más que carbón vegetal, la madera era
el combustible por excelencia en esos primeros días de la revolución
industrial. Después de ahí, la
maquinaria innovadora fue precisando de mayor cantidad de recursos no
renovables, como el petróleo, para permitir un camino de avances, en que al
mismo tiempo fue cediendo a la fuerza humana.
La tierra, es el cuerpo natural de los
seres humanos. Nosotros somos parte de un todo orgánico. Y lo hemos olvidado.
Cuando nos enfermamos, nuestro cuerpo busca la
mejor forma de aliviarse. Por ello, en ocasiones altera la temperatura al
combatir los elementos extraños que nos quieren desestabilizar. Incluso, en momentos de mayor apremio puede
disminuir todas sus funciones en espera de una mejoría. Pero lo más importante es comprender que ante
cualquier ataque nuestro cuerpo se defenderá, aún de nosotros mismos.
El ser humano, no está preparado para las
invasiones malignas que ocasionan, el alcohol, el cigarro, las drogas, etc.,
pues los componentes que conforman cada uno de estos productos, son nocivos, en
pequeñas o grandes cantidades, para la delicada función orgánica del cuerpo
humano. Más sin embargo, se siguen
ingiriendo y consumiendo bajo la mirada pasiva de cada gobierno, y de nosotros
mismos.
Luego de años de lanzar desechos
tóxicos a la atmosfera, hoy en día, hay una seria preocupación hacia donde nos
dirigimos como raza humana.
La Tierra, evidentemente, como nuestro
cuerpo humano, tiene que defenderse.
CÓMO SE DEFIENDE:
Nuestro propio planeta, ha pasado aspirando
por mucho tiempo, el humo que todos provocamos. Contaminamos voluntariamente su
pulmón natural, conformado por la cada vez desapareciente flora del reino
vegetal.
Hemos estado envenenando cada arteria y
vena, representado por nuestros ríos, cauces y manantiales. En general los mantos acuíferos, del cual
depende nuestra existencia.
Ya estamos destruyendo la sensible
membrana que es la piel del globo terráqueo, conocida como las diferentes capas
de la atmosfera, entre ellas, uno de sus elementos, el ozono.
¿Por qué nos extrañamos de los cambios
que se han venido produciendo en tan corto tiempo?
En el sistema del orden natural, que he
propugnado, el aumento de la temperatura, de lo árido de muchos terrenos, de la
aparición de enfermedades, del hambre y la sed, no es coincidencia, si lo
ligamos a lo que hemos abonado para destruir el sensible equilibrio de lo que
se conoce como ecosistema.
Imaginemos por un momento, que existió
un paraíso con un primer hombre y una primera mujer. Y que ambos podían vivir tranquilos y sin
problema alguno, porque todo a su alrededor le fue proveído como lo necesario
para subsistir.
Para quienes esta imagen pueda ser un
problema. Volvamos nuestros ojos a la realidad tangible. A lo que los
científicos han podido datar como la fecha que apareció el homo sapiens o sus antecedentes
más inmediatos.
En ambos escenarios, con la aparición
de ese ser humano, se originaron los medios y las herramientas necesarias para
su sobrevivencia. Peces en el agua y mamíferos en la tierra. Pero no hay vestigio alguno, al menos no
documentado al día de hoy, que sugiera que en esos tiempos se originaran flora
o fauna dañina para el hombre y la mujer.
Lo que privaba era el instinto. El primer y único factor sobreviviente que hoy
gozamos en nuestra herencia milenaria.
No el experimento ni la razón como se ha pretendido justificar por parte
de quienes desean vender una idea distorsionada del orden natural de las cosas.
Por instinto, se busca satisfacer todas
las necesidades del ser humano para su subsistencia. Como por ejemplo, apagar la sed o consumir
carbohidratos, minerales y vitaminas, como otros suplementos para el cuerpo
humano. En ello no hay un razonamiento o la intervención de un mecanismo
voluntario.
Por otro lado, quienes defienden las
matemáticas como un arte exacto, y la ciencia como algo falible, olvidan por un
momento que la ignorancia a las leyes que regulan el estado natural de las cosas,
no implican que la mismas hayan cambiado, es decir, que sean inmutables. Siempre
han sido exactas, sin lugar a duda.
Las leyes que rigen el sistema
natural, no cambian, como se ha pensado, sino que el cuerpo se ajusta a los
daños cambiantes, en violación a esas leyes.
Si cortamos una débil rama, o una
tierna rosa, es como cortar un dedo o una falange del cuerpo humano. Cada vez que se mutila un miembro de la
naturaleza, esta no se repone. ¿Se podría sostener un vaso pequeño de agua sin
dedos? Evidentemente que no. Igual ocurre con la naturaleza. Cada vez que le
quitamos algo, a ella se le hace muy difícil sostener la vida en general de
cada miembro de su cuerpo, incluyendo a la raza humana.
¿Reemplazar con prótesis un miembro
orgánico faltante de nuestro cuerpo, nos hace más humano?
Muchos se consolarían, al expresar
que al menos, el miembro artificial ayudaría un poco. Pues, lo mismo ocurre cuando arrasamos con
zonas importantes de bosque, y nos engañamos consolándonos que lo podremos sustituir con una
nueva reforestación. Claro, ayudaría un poco.
Lo que a la naturaleza le tomó
siglos de aprendizaje para desarrollar un sistema perfecto para la vida de los
seres vivos, el hombre y la mujer, como un perfecto virus invasivo, la ha
enfermado, al punto de que su defensa natural, está siendo insuficiente para
compensar los daños provocados por nuestra insensatez.
Hay más calor. Más terremotos y
maremotos. Se derriten los casquetes polares. Hay una descompensación del eje
del planeta, incluyendo su núcleo, y por ende el pulso electromagnético que
afecta el exterior del globo terráqueo. La tierra se está defendiendo, porque
se resiste en morir.
EL TRATADO DE LA SALUD
¿Cuántas bacterias y virus nacieron con el
advenimiento de los primeros seres humanos?
Las primeras civilizaciones, como
las egipcias, las chinas, las de babilonia, los fenicios, los griegos, los
romanos, etc., fueron los primeros en utilizar los metales para la fabricación
artesanal de herramientas e instrumentos.
Entre ellos, cuchillos, cinceles, martillos, vasos y platos.
Salvo el mito de los más de
novecientos años de Matusalén, no hay registros precisos sobre la longevidad de
los hombres de esas épocas. Lo que sí es
cierto, es que hoy en día, el hombre o la mujer vive menos que antes, aunque
muchos discrepen al respecto.
La medicina actual no prolonga la
vida, sino que ayuda a la calidad de vida.
Antes, los
alimentos básicos de los primeros hombres consistían en verduras, y
posteriormente en carne. La prueba está
en la adaptación de sus dientes. Los necesarios para arrancar y masticar,
vinieron después. La bebida básicamente
era el agua.
Como he explicado anteriormente, al
igual que el resto de seres vivos, hay una ley natural que nos rige, está
dentro de cada uno. Es lo que muchos
conocen como instinto. Pero al mismo tiempo no debemos olvidar que existe un
balance entre cada elemento que conforma esa maquinaria perfecta del planeta.
Así como nuestro cuerpo humano,
tiene glóbulos blancos que nos sana y defiende, el sistema natural, tiene sus
propios mecanismos, que tiende a confundirse como un mal para uno mismo. Los médicos lo conocen como enfermedades auto-inmunes.
En el sistema que he propuesto, la
naturaleza no ha creado las enfermedades para el ser humano. Las mismas han nacido del propio ser humano.
Tomemos por ejemplo, la simbiosis que existe
en un reino vegetal, mineral y animal, en zonas que el hombre no ha logrado
invadir.
¿Cuántas
enfermedades conocidas por el hombre se podrían encontrar en dicho lugar?
Se conoce de la cantidad de
enfermedades que transportaban los primeros colonos al llegar a América, al
nuevo continente, que enfermaron a los nativos, al máximo de reducir la
población, únicamente por esos males, más que la masacre por armas de fuego
contra ellos.
La raza humana, en su afán de conquista, se
ha extendido más allá de los límites establecidos por el sistema del orden
natural. Y lo justifica mediante
falsedades y retoricas.
No es que un oso atacó la cabaña
de un veraneante en las montañas, como muchas veces se leen en la prensa
internacional. Si no que, esas personas invadieron su habita. Donde ahora hay cabañas, anteriormente era el
paso natural de los osos, que por instinto la siguen atravesando. ¿Quién es el intruso entonces?
No hay animal alguno que coma un
fruto o planta venenosa. ¿Son más inteligentes que nosotros? Absolutamente. Por instinto natural, ellos perciben lo bueno
de lo malo. En su convivencia con la flora,
la fauna, sabe respetar el rol de cada uno, y funcionan de acuerdo al mismo. De
tal forma que no hay conflictos entre ellos.
Un pájaro carpintero busca el
árbol más degastado para hacer un hueco y su nido, pues su pico no podría
astillar un árbol verde, joven y robusto. Un castor, busca ramitas secas en el
suelo para fabricar su madriguera cerca de los ríos. No destruye las ramas nuevas y recientes.
Pero cuando el hombre altera ese orden, las especies se reducen al punto de
desaparecer.
Como reitero nuevamente, la
adaptación de los seres vivos, llevo millones de años. El hombre, no puede pretender,
que un pájaro carpintero o un castor, se adapten de la noche a la mañana, ante
la desaparición de su hábitat. Ni los mismos seres humanos tienen esa
capacidad, como pretenden hacer creer.
Ante cambios térmicos, somos frágiles
para contrarrestar los efectos de los cambios.
No hace mucho se comprobó lo anterior, con los intensos calores en los
Estados Unidos de Norteamérica, donde muchas personas se vieron en la necesidad
de utilizar más líquido que lo normal, para evitar la deshidratación y daños
serios al organismo. Y todo producto del
empeño de su propia auto destrucción.
¿Qué es realmente el cáncer y
cuándo apareció?
La degeneración de células orgánicas en el
cuerpo humano, es algo muy nuevo. Pues, nuevamente, la ciencia no ha logrado
datar si los mismos existieron en un estadio de la antigüedad.
¿Por qué se presentan, entonces?
Genéticamente, porque el ser humano
actual es más frágil que los primeros hombres.
La naturaleza, como si fuera un útero
materno, cada vez más está enferma, por los “grandes” adelantos de los seres
humanos, en áreas como la salud. Y cada vez le es imposible conservar dentro de
si misma, la misma información original que procreaba seres “perfectos”.
Imaginemos, por un momento, hacer copia
de una copia, y cada vez continuar realizando esa operación cientos y hasta
miles de veces, a lo largo de muchos años.
En primero lugar, las copias, jamás se asemejarán a su original, pues su
valor es diferente, como quien desee comparar el original de la Mona Lisa, con
una simple copia y en segundo lugar, las últimas copias, irán presentando importantes
deficiencias a lo largo del proceso de duplicidad, sea en rasgos fidedignos de
los primeros o en apariencia.
De igual manera. Cuando los primeros
seres humanos aparecieron, su consistencia y contextura eran indudablemente
sanas y seguras, dentro de un ambiente – útero – séptico y apropiado.
El crecimiento de la población no ha
sido el verdadero problema, en el manejo de la economía per cápita, ni tampoco
general de las naciones. Si no la incapacidad de mantener el sistema del orden
natural de las cosas.
Cada vez que las generaciones
subsiguientes de aquellos primeros seres humanos, se fueron copiando, en medios
ambiente inapropiados y con serie problemas de higienes – alteración de la
información genética – aparecieron los primeros casos de enfermedades
relacionadas con la degeneración de las células del cuerpo. Obviamente, el cuerpo humano se fue deteriorando,
a medida que avanzaba el concepto de “modernismo” en las civilizaciones
posteriores.
El hombre mataba un animal para
comer su carne y abrigarse de los temporales, sin desaprovechar absolutamente
nada. Ello no afectaba en nada el volumen
de la fauna. Sin embargo, posteriormente, por razones de ocio y vanidad, el
hombre cazaba para demostrar status social, y finalmente, por razones de
comercio lucrativo, al máximo de que muchas especies en cielo, tierra y mar,
han ido extinguiéndose.
¿Quién no ha escuchado que en honor a la
belleza o la salud, se asesinan diferentes tipos de animales para la producción
y comercialización de cosméticos o medicinas?
ENFERMEDADES
Desde la lepra hasta la peste bubónica,
desde la leucemia y la rabia, hasta el sida.
Todos han sido creaciones humanas, no de la naturaleza.
Muchos gobiernos han llevado a cabo
experimentos biológicos en pequeñas poblaciones humanas, sin que éstas tengan
conocimiento. Se dirigen con un secretismo y se utilizan a hombre, niños y
mujeres, como si fueran conejillos de india, y luego, se guarda silencio
absoluto con la complicidad de los gobiernos y las empresas involucradas.
Si los nazis no hubieran perdido, jamás
nos hubiéramos enterado lo que hacía el “Ángel de la muerte” en laboratorios y
campos de concentración.
Las enfermedades humanas, tienen su
origen en esos mismos experimentos, antes, durante y después de los nazis. Todo en honor a buscar la mejor arma
bioquímica para destruirnos. Cuando se
crea una enfermedad, se tiene lista su cura, pero es mejor comercializarla que
entregarla gratuitamente.
Muchos sonreirán, considerando que la
simple gripe o virus de la influenza, fue creada en un laboratorio para
enfermar a la humanidad. ¿Por qué es difícil de considerar tal hipótesis, si
jamás se ha visto a una lora en las selvas de Guatemala, o una piraña en las
amazonas, que tengan gripe?
¿Por qué no hay enfermedades venéreas en el
reino animal?
La convivencia de los seres humanos, en
lugares que por naturaleza pertenecía al reino animal, ha provocado que
aquellos enfermen a los segundos, y que los segundos compartan su “vejez” con
los primeros.
Por mucho tiempo se estableció el origen
de la peste bubónica que acabo con muchas poblaciones en Europa, en el Medievo,
gracias a las ratas. ¿Qué hacían las ratas en zonas pobladas, y de dónde
provinieron?
¿Cuántos animales característicos de una
zona, existen en otras, y algunas parecidas adaptadas en el nuevo medio ambiente,
pero con deficiencias? ¿Fue la naturaleza?
Evidentemente que no. La emigración de especies no tradicionales de
una región a otra, proviene del transporte humano y de los experimentos, en
busca de nuevas especies.
Un ejemplo, de estas deficiencias
genéticas, lo es el pastor alemán, quien en los llamados “cruces”, se le
debilitó la cadera, a tal medida que llegado el tiempo, se les caen, lo que les
provoca dolor y sufrimiento. ¿Fue la naturaleza?
No es un gran secreto que quienes viven
según las leyes de la naturaleza, se mantienen sanos y longevos.
En la naturaleza solo hay tres grupos: El
Vegetal, el Animal y el Mineral. Desde
el principio debía existir una convivencia entre los tres, respetándose y
compartiendo el uno con los otros. Sin
embargo, el hombre dentro del reino animal, fue el primero en violentar la
ley. Además de comer frutas y verduras,
comenzó a consumir carne. ¿Estaba preparado para ello?
Los empresarios que comercializan con la
carne, sea cual sea su naturaleza, defienden las supuestas bondades de integrar
estos alimentos a la dieta del ser humano. Es lógico, hay dinero de por medio. Y
no aceptarían que el cuerpo humano jamás fue elaborado para metabolizar la
carne. Por ello su consumo, conlleva a más daño que beneficios.
La obesidad es producto del quehacer
humano, no de la naturaleza. Los problemas de la vista, el raquitismo, la
bulimia, el estrés, etc., pueden encontrar su origen únicamente en la mano del
hombre.
EL TRATADO DE LA IGUALDAD
Muchos señalan que en la época de los
sesenta y setenta, inicia la verdadera lucha de las mujeres por el derecho a la
igualdad en una sociedad plagada de regulaciones a favor del hombre. Lo cual es impreciso y lleno de subjetividad.
Lo que se presentó en esas épocas, fue
la expresión más clara de la voluntad femenina en exhibir sus atributos, no su
naturaleza.
No
se cuestiona que las mujeres tienen un papel importante en la sociedad, sino su
equivocada cruzada en que les reconozcan espacio en la misma forma que al
hombre.
¿Equivocada
cruzada?
Considerar que las mujeres son menos que los
hombres, o que éstos son superiores a las mujeres, sería como pretender
reconocer que los ricos son superiores a los pobres y viceversa. Lo que vemos en sí, es lo externo no su
naturaleza.
Diferenciamos al hombre de la mujer, por su
apariencia externa no por el rol que ambos juegan.
¿Quién
definió los roles?
La naturaleza definió que la fuerza
del hombre sostendría el quehacer correspondiente a la caza, a la pesca y a la
construcción. En cambio, la capacidad de llevar una vida en su vientre, fue
designada a la mujer.
Si vamos a lo básico, la mujer, por esa
tesitura es menos resistente al trabajo duro, que el hombre, pero indudablemente
más fuerte, para lidiar con los problemas de estrés. ¿Por qué?
La naturaleza, desarrolló formas de
que la fuerza corporal del hombre estuviera muy ligada a las hormonas que ellos
poseen, al igual que las mujeres, en su condición de engendrar, se le capacitó
con hormonas que le permiten enfrentar el trauma que conlleva cargar un nuevo
ser dentro de sí.
La prueba, sin necesidad de
laboratorios, perfectamente se puede aplicar en la vida diaria. Un hombre y una mujer de la misma edad, mismo
peso, de la misma raza y del mismo lugar de nacimiento, para evitar
consideraciones inútiles de los escépticos.
A cada uno se le proveerá de una
sierra para cortar un frondoso árbol, otorgándosele el mismo tiempo a ambos, y
participando una audiencia de testigos que los vitoreen. Los hombres al hombre
y las mujeres a la mujer.
Es importante, comprender que en este
ejemplo, ninguno de los participantes, deben haber realizado tal trabajo
manual. El resultado confirmará lo aquí
expuesto.
¿Cambio de roles?
¿Pretenderán los científicos, que los
hombres inicien su periodo “Paternal”, llevando en sus abdómenes un feto, y que
las mujeres, aumenten su masa muscular para realizar los trabajos más arduos?
De eso no se trata este apartado, sino
de explicar bajo el mismo sistema del orden natural de las cosas, lo que ha
precedido al movimiento de las mujeres hoy en día.
Muchas mujeres, a lo largo de la
existencia de la actual civilización, dentro del marco del siglo XX, han
afirmado que su vida se centró en callar y criar, no así en educarse ni
divertirse. Por ello han pretendido cambiar ese “designio” buscando alterar el
orden de las cosas.
Si
una mujer, no recibía educación, siempre su bajo el pretexto del “machismo”.
Sin embargo, muchas sociedades vivieron bajo el sistema del “matriarcado” y hoy
en día podemos encontrarlo en países como China.
Los conflictos de sexos se centran, en
resaltas diferencias entre ambos. ¿Quién es más inteligente? ¿Quién más
conversador? ¿Quién más creativo? Etc. Y
en ese afán, se han arrastrado a muchas parejas, a la separación y a verdaderos
niveles de desigualdad.
No se puede cambiar lo que ya existe. No
por razones artificiosas sino por el mismo orden preconcebido antes del
nacimiento de los movimientos liberales.
En algún momento de la historia, se
olvidaron de que los seres humanos, son uno mismo. Hombre y mujer, son
nomenclaturas para diferenciar las especies del género.
Entonces, si ambos son el mismo ser
humano, ¿por qué la diferencia?
Que
el hombre tenga más fuerza, o la mujer tenga la capacidad de engendrar, no
implica que no puedan aprovechar sus potenciales en áreas similares.
Si un hombre puede trabajar la tierra, la
mujer no tiene incapacidad alguna para realizarlo. Restarle esa capacidad es lo que origina la
inconformidad de las mujeres. La
eficiencia y el resultado es la variación.
Que un hombre corte madera más rápido, con
mayor destreza y con poco tiempo de aprendizaje, no lo hace superior a la
mujer. Pero tampoco ella puede pretender
asemejarse a aquel. Así como el hombre
reconoce sus limitaciones para engendrar, las mujeres, deben estar conscientes
de que su fuerza no es la misma, pero tampoco deficiente para llevar a cabo las
mismas tareas.
¿Verdadera desigualdad de los sexos?
En su sabiduría, la naturaleza, desde un
inicio, si hubiera pretendido diferenciar al ser humano, exclusivamente en sus características
sexuales, como los genitales, la raza humana, hoy en día continuaría viviendo
en cuevas.
¿Por qué estudiar el cerebro del hombre y
la mujer?
En la búsqueda de marcar las diferencias de
los seres humanos, los científicos se han empeñado en acrecentar la vanidad del
uno o de la otra. La naturaleza no consideró importante dotar de suprema
inteligencia al uno o al otro. Tanto el uno como el otro tienen la misma
capacidad de aprender y de crear. Sin importar tantos estudios, esto es un
hecho que no permite duda alguna.
Ni el tamaño, ni quien lo posea, viene a
ser un veredicto para mantener una discusión sin precedentes sobre la masa encefálica
y la distinción de honor entre los seres humanos.
MATICES EN LOS SERES HUMANOS
Los niños y niñas, nacen similares, no hay
diferencia al momento de nacer y crecer.
En cambio, los padres y madres, son los verdugos que sancionan con sus prejuicios
y mitos, a sus hijos.
Desafortunadamente, muchos de los progenitores, mal aprovechan la
función que la naturaleza les otorgó de ser los guías de sus hijos, y les
llenan de miedos, temores y pocos valores.
Los niños, vienen con el disco duro en
blanco, desde su nacimiento – sin pretender abarcar la información genética que
he tratado en otro momento – por lo que dependerá de los datos que les brinden
sus padres.
Su propia identidad como entidades,
provienen del padre y la madre. Aún pequeños comienzan a observar ese cambio
del interior del vientre al plano exterior. Cambio de temperatura, más bullicio,
etc. Incluso, los niños pueden bañarse
con el papá y la mamá, y no crear en ellos, una distorsión de sus cuerpos.
Un niño o niña no distingue el mal del
bien, si no se les explica. Igual,
ocurre con la existencia de un hombre y la mujer, y sus roles con su propia
naturaleza. Todo empieza desde esta etapa del ser humano.
El simbolismo en el derredor no fue
confiado para el hombre o para la mujer, sino para el ser humano en sí.
Si la mujer tiene sed, tendrá que buscar
agua. Si desea comer, tendrá que buscar cómo hacerlo. No requiere de ser hombre
para lograr satisfacer esas necesidades. Pero, la naturaleza le ha provisto del
instinto de la procreación, para unirse al hombre, y concebir nueva vida. Por
ello la atracción, tiene desde el inicio de los siglos un único propósito.
El hombre, no es dueño del aire, la tierra
y el mar, por el simple hecho de serlo, sino que le está a su disposición para
ayudar a la naturaleza. Esa
circunstancia le ha sido asignada a la mujer en iguales proporciones.
Como dije, en algún momento de la historia
del ser humano, se pretendió alterar el orden de las cosas, y confinar a la
mujer en un papel diminuto y desvalorizado, que luego aprendió a justificar como
el caballito de batalla, para su lucha contra la supuesta desigualdad.
Tanto el hombre como la mujer, obtuvieron
al mismo tiempo la capacidad de habla y escucha. Ni uno fue primero ni el otro
después.
¿La mujer se dejo?
Cleopatra, fue una faraona egipcia, donde
el trono lo ocupaban los hombres. Las
mujeres en diferentes culturas antiguas, asistían a fiestas paganas, o a
bacanales, a las mismas horas y duración, con la misma intensidad que los
hombres, ingiriendo licor y comiendo al sació, sin limitación alguna, tanto en
las épocas romanas como en la babilonia antigua. Igual en lujuria y fornicación.
En
muchas culturas antiguas, los hombres tenían más de una compañera, pues el
concepto de matrimonio como lo conocemos hoy en día no existía.
Entonces, si había mujeres ocupando cargos
públicos importantes, y muchas otras, sin estar encerradas en sus hogares,
criando niños, mientras sus compañeros se divertían en fiestas. El papel de las mujeres, eran de consejeras y
asesoras de hombres importantes.
Lo que hay que encontrar es el punto álgido
donde la mujer, cede terreno y se anula a sí misma.
Lucha de sexos
El hombre debe respetar a las mujeres
y viceversa. La naturaleza, no ha creado las cosas para que las mismas se
falten al respeto, sino que convivan entre sí en armonía. Esa es la ley básica.
Lo que está en boga es la lucha de poder entre ambos bandos y no el
reconocimiento que siempre ha existido.
Parte de la responsabilidad del cambio
de mentalidad, se lo debemos a la religión que propugnaba desde sus inicios, la
sujeción completa de la mujer a los designios del hombre. Interpretando las
sagradas escrituras a conveniencia de mantener al pontificado para los hombres. Los matrimonios eran la perfecta excusa para
que los hombres consideraran a sus esposas como parte del patrimonio o el
caudal propio. La mujer se limitaba,
según lo reseñado por la Iglesia, en esposa y madre, es decir, atender las necesidades
del marido y de los hijos.
Sin embargo, otras religiones, obligan a
que las mujeres convivan voluntariamente con otras “esposas” porque es parte
del texto sagrado de sus culturas.
Así que la recuperación de sus espacios,
implicaría básicamente la renuncia a la integridad de las religiones, y aceptar
convenientemente aquello que le restituya sus derechos naturales.
Violencia Intrafamiliar
No
se puede obligar por ley del hombre, que
un ser humano respete a otro, para que continúe la convivencia entre ellos. Eso
es reconocer algo que ya existe, como he reiterado a lo largo de este tratado.
El hombre y la mujer, son seres humanos
imperfectos, que se atraen por el hecho de la procreación. Sin embargo, como ha ocurrido a lo largo de
todo el tiempo, ambos son tan tercos, que se atraen para ser “socios” dentro de
la comunidad civilizada en que viven.
Por naturaleza, ni el hombre ni la mujer,
son seres violentos entre sí. La violencia es aprendida en el medio en que conviven. Condicionar a un niño a verse como más grande
que una mujer, o que una mujer debe servir al hombre, no deviene de la
naturaleza misma, sino de padres y madres que inculcan esa información como
parte de lo aprendido de las generaciones anteriores. Es un ciclo que debe ser
terminado porque no fue impuesto por el sistema natural.
Tener un niño o una niña, es algo hermoso.
Enseñarle a respetarse mutuamente por ser seres humanos, es lo ideal, en lugar
de ver las diferencias externas. Cambiar la mentalidad para regresar a las
leyes naturales, permitirá arraigar lo que se ha conocido por los medios como
violencia intrafamiliar.
El Orden natural
Muchos sicoanalistas, científicos,
investigadores, han pretendido desarrollar teorías sobre la naturaleza del
hombre y la mujer, y su supuesta falta de entendimiento, fallando en esa búsqueda
y quedando en simples hipótesis. ¿Por qué?
Porque han atentado contra el sistema natural impuesto.
Una mujer no nació de la costilla de un
hombre, porque eso marcaría el hito de que la mujer no sólo vino después del
hombre, sino que gracias a él. No hay prueba absoluta de eso, y lo dejamos –
con todo respeto – al dogma de las religiones.
La
naturaleza, creó al mismo tiempo al hombre y a la mujer, como la coexistencia
que existe en las plantas, donde en una misma flor encontramos la presencia de
lo masculino y lo femenino. Ahí no hay
diferencias ni conflictos, coexisten, se respetan y sacan provecho de ello.
En el reino animal, observamos el mismo
comportamiento.
El león es el rey
de la selva, pero mantiene una actividad pasiva en la jungla. Las leonas, son
quienes cazan para que primero se alimente el gran león, quien pasa más tiempo
entre dormir, copular y comer. ¿La naturaleza es ingrata?
El rol del león, es de protección y de
converger con las leonas para procrear y mantener su especie. Y no es que las leonas que viven en ese “harem”
son tontitas y no se han unido para derrocar el reinado del león, sino que si
alteran ese orden, su especie está destinada a la extinción.
Una sola leona, no podría cazar con tanta
efectividad, y por ende, lo hace en manada.
El león es mucha más fuerte que las leonas, por lo que una lucha entre
ellos, serían las leonas la que lleven la peor parte. El león al momento de atacar, es el animal
más peligroso, por lo que todo animal de la selva, por instinto no se atreve a
atacarlo.
Las leonas aceptan, su función de
proveedora y consentir que un mismo león, sea el amante de todas. Tiene un propósito de mantener la calidad del
esperma que llega a cada una, para la existencia de especímenes fuertes y que
lleve la estirpe del macho escogido, pues el león jefe, ha luchado para
conseguir ese puesto. Y eso lo hace el compañero ideal por las leonas.
El ser humano, por ser más complejo, ha
alterado las cosas. Ya la atracción no
es para fines de procreación, sino de satisfacción sexual, como lo sería comer,
beber, o excretar las toxinas del cuerpo. Pero, se exige la fidelidad para continuar en
esa convivencia, cuando no se ha sido fiel a la ley natural.
Si la naturaleza ha provisto al ser humano
para la procreación, por lo que la atracción no lleva un destinatario exclusivo
¿Por qué pedir la monogamia?
Entre los defensores de la razón humana,
contraria a la ley natural, apoyan el sentido de la fidelidad como seres
pensante. ¿Y no ha sido casualmente el “pensar” lo que está llevando a la
destrucción de la humanidad?
Se restringe la cantidad de nacimientos,
porque no hay recursos ni espacio para tanta población. Los “pensantes” en esos
países se están quedando sin mano de obra, y lleno de personas de la tercera
edad.
Tantos experimentos a lo largo de los
años, han provocado el nacimiento de cuatrillizos, sextillizos, etc., que no es
un error de la naturaleza ni nada por el estilo. La cantidad de niños en los seres humanos es
uno por ovulo. Algún día saldrá a la luz pública, que los “pensadores” que
apoyaron a los científicos para corregir el error de la infertilidad en las
mujeres, ocasionaron cambios genéticos, que conllevaron a la aparición de
duplicados.
Conclusiones
sobre la igualdad
Desde siempre, la mujer podía estudiar,
prepararse y hacer las tareas que desearan,
sin embargo, tardaron en darse cuenta que no era cuestión de lucha alguna sino
de regresar a la ley natural que les obligaba realizar esas actividades.
Nadie impide a un hombre tener tantas
mujeres como pueda, como las mujeres compartir el lecho con tantos hombres,
siempre y cuando exista el respeto a la naturaleza. Ese respeto es la conducta ligada a la
conciencia y a la sinceridad, entre otras.
Tratarse los unos a los otros por su
condición de seres humanos y no de sus características de género. No confundir a los infantes en esos
conflictos de adultos.
Tanto hombre como mujer, deben tener claro
que buscan en una pareja – el matrimonio es una imposición religiosa – para buscar
el potencial mutuo y obtener una felicidad verdadera. La fidelidad es una condición contractual
adicional para fines sexuales, no exclusiva para la convivencia humana.
Como una flor, el hombre y la mujer, se
complementan, por ello existen y en ningún momento se rechazan.
TRATADO DE LA SEXUALIDAD
El ser humano nace desnudo. ¿Por
qué? Porque el ser humano proviene del
reino animal, donde su ropa natural es la piel.
Lo que se cubre, para que no se vea, son los órganos internos. Nadie nace con ropa.
La regla social de la vestimenta, no es
muy antigua, pero su uso, primero fue para protegerse de los fenómenos naturales,
al trasladarse a lugares ajenos a su nacimiento, y posteriormente, se convirtió
en una moda.
Cuando no se presentan los cambios fisiológicos,
los infantes no cuestionan su sexualidad.
El morbo como tal está en la mente de los adultos no de los niños y
niñas.
Niños con mente sana son los que se
crían al ropaje de padres y madres, con nada de prejuicios. Las preguntas incomodas de los infantes se
originan en su curiosidad por el mundo en que se van desarrollando, no en morbosidad.
Si un pequeño observa a sus padres
teniendo relaciones sexuales, lo menos que puede llegar a considerar que
aquello sea malo y vulgar. Lo que le va a nacer es su derecho a preguntar. En muchas tribus indias americanas, los
hijos, aún adolescentes viven en la misma tienda que los padres, quienes no
renuncian a su derecho de mantener vivo el calor de la intimidad, por la
presencia de los menores.
La cultura más conservadora es la que
origina más conductas impropias, que las liberales.
A partir de la aparición del vello
púbico, axilar y crecimiento de los senos o de los testículos, para mujeres o
para hombres, que la edad para su propia identidad sexual está en juego. Aquí la curiosidad se transforma en buscar
quién se es, y para qué se está acá.
En tribus africanas, las jóvenes, no
usan sostén ni tampoco ocultan su vagina, así como los jóvenes cazadores, se
tapan sus genitales. ¿Por qué? Y se sabe
que no hay índice alguno de violaciones hacia mujeres, ni tampoco de
fornicaciones constante.
En cambio en la cultura occidental,
las jóvenes, utilizan poca ropa, como mini faldas, y vestidos escotados, que
provocan en los varones, muchas estimulación sexual. Por más que pretendan ocultar esa
circunstancia, los varones se masturban con esas imágenes, al igual que las
chicas, van eligiendo adecuadamente la forma de llamar la atención al sexo
opuesto.
En todo este escenario, tanto hombre como
mujeres, tienen sus primeras experiencias, en la masturbación, o en los
encuentros verbales con los amigos y amigas.
¿Normal o anormal?
Lo que se haga con toda conciencia y
libre albedrío, es normal. Es parte del instinto natural.
Las jóvenes se equivocan al buscar en
grandes pechos, su aceptación por parte de los varones. Al igual, que los
hombres, consideren que el tamaño del pene definirá su masculinidad.
La información en diferentes medios sobre
lo que ellos deben buscar, simplemente los confunden. La naturaleza rige cada una de la forma de
pensar y sentir de los muchachos y muchachas, sin necesidad de tanta conmoción.
Los que tienen hijas, se preocupan de
que ningún joven las embarace, para que no trunquen su formación académica. Su único interés, es que ellas no tengan sexo
hasta que sean profesionales. Con ello lo que impiden es que la naturaleza
actué bajo sus normas, y por eso los fracasos de los padres en su ánimo por ser
buenos progenitores. Nadie puede ir
contra natura.
En el caso de los jóvenes, los padres,
son abiertos a que utilicen condones, y que traten de evitar los embarazos.
Pareciera que son más permisivos que en cuanto a sus hijas. ¿Por qué? Porque consideran que se es más “macho”
tener más encuentros sexuales que la relación en sí misma con el sexo opuesto.
La naturaleza, le dirá a la jovencita
si desea tener interés en los estudios o en tener novio, al igual que lo hará
con el varón. Los padres no deben preocuparse por ello, si no estar pendientes
cuando sus hijos lo necesiten.
Una estricta autoridad, obligará a los
hijos, a buscar por su propia cuenta, pues la naturaleza es libre y abierta, y
no permite restricciones que encierre el desarrollo natural. Un control parental flexible, permitirá
confianza, pero sobre todo que la naturaleza siga su rumbo con los hijos e
hijas.
¿Peligrosidad?
Hoy en día, creer que un adolescente, sea
hombre o mujer, no sabe de los peligros que aguardan afuera de sus hogares,
simplemente se equivoca. No solo por las constantes noticias, y de los
compañeros y compañeras, sino también del instinto de conservación.
Se
gasta mucho en publicidad por varias instituciones y gobiernos, advirtiendo de
los peligros del internet, de personas inescrupulosas y de los vicios. ¿Pero,
por qué siempre ellos lo buscan?
Casualmente, porque la naturaleza rige sus
conductas, no el gobierno ni los padres.
Los jóvenes consideran que son superiores
a los padres y que lo saben todo y que a ellos no les va a pasar nada, como lo
han escuchado muchas veces de otros jóvenes. ¿Se puede evitar? La respuesta es muy sencilla. ¿Se puede
evitar que se produzcan las olas en los mares?
El sistema del orden natural de las
cosas, ha elegido al ser humano desde los estadios primarios de su nacimiento,
como el prototipo a continuar buscando el sentido a su propia existencia, ajeno
de los factores externos, como lo son los padres, en primer lugar.
¿Se pueden crear hijos e hijas sanas mental y
espiritualmente?
Para muchas tribus, es indudable que
existe una interconexión entre la naturaleza y el espíritu. Y la respuesta a muchos fenómenos está
dirigido a confirmar dicha relación.
Si existe la energía vital entre los seres
vivos, sean animales o vegetales, en relación al exterior, llámese planeta o cosmos.
El ser humano, está lleno de energía, que
proviene desde su nacimiento y se alimenta del mundo externo. Por esa razón, cuando nos enojamos, irradiamos
mucha de esa energía y la gastamos.
Imaginemos, al sol, por un instante. Para
producir los rayos que nos llegan a nosotros, debe originar una serie de calor
intenso, producto de explosiones de toneladas y toneladas de bombas. El sol cada vez que logra hacerlo, no
produce nada, porque solo gasta, por lo que tarde o temprano se apagara, al
agotar toda su energía.
El ser humano, tiene energía, que no
produce, al igual que una batería normal.
Cuando tiene relaciones sexuales, el calor que los cuerpos producen,
intercambian energía, y se vigorizan, pero no se agotan porque se trasladan de
un cuerpo a otro.
En cambio, cuando alguien se enoja, como
dijimos, la energía liberada no regresa, pero al ser más cercano se la
regalamos. De esa forma, fortalecemos a alguien cercanos, mientras nos
desgastamos por estar coléricos.
Los hijos e hijas, están llenas de esa
energía vital, cuya cantidad – sin determinar – vienen consigo al nacer. Pero no olvidemos, que son entidades
completamente separadas de los padres, muy a pesar que compartan características
similares en aspectos físicos o gestuales. Siempre serán seres absolutamente
diferentes al origen, no a la naturaleza.
Dejar hacer a los hijos e hijas, lo que
ellos desean, es parte de su búsqueda por saber quiénes son, cuando inician ese
recorrido de la juventud. La etapa de los valores ya habrá pasado, donde es
relevante la intervención del padre y de la madre. Luego de ahí, su
participación es condicionada a los mismos jóvenes, que así se lo soliciten. Los progenitores jamás deben olvidar que
pasaron por lo mismo, y que llegaron a ser lo que son por las deficiencias o
por la sana instrucción de sus padres.
Ser padre o madre, no es una tarea difícil,
si se comprende el sistema del orden natural de las cosas.
SEXO
Los hijos e hijas, llegaron al mundo
gracias al sexo, entonces, ¿Por qué preocuparse por él?
Cuando los jóvenes buscan el sexo, no
hacen más que finiquitar la etapa de atracción. No se puede relegar el sexo
simplemente a la etapa adulta o del matrimonio civil o religioso.
El sexo, es una necesidad propia del
ser humano. No hay una responsabilidad
concebida para ello. No debe existir presión alguna ni tampoco castigo. Es
aceptación y comprensión, al igual que respeto.
Las consecuencias del embarazo, no es
una responsabilidad del padre y la madre. De hecho, la naturaleza, así lo ha
designado desde que doto de esperma a los jóvenes y de la menstruación a las
chicas. Lo demás es propio de la ley el
hombre.
Si los adolescentes conocen el
resultado del sexo sin protección, entonces, no tendría sentido obligarlos a
ser célibes bajo pretextos religiosos u ortodoxos de castigo y falsedades.
Que una chica se enamore, y sea conminada
por el “novio” a tener sexo, no es un acto de inmadurez e irresponsabilidad,
como se oye tantas veces en películas, novela o terapeutas. ¿Quién contra la
naturaleza? Es como pretender tapar el
sol con un dedo, absolutamente no se puede.
Si una joven está decidida a
mantenerse alejada del sexo por convicción, no hay muchacho alguno que pueda
lograrlo. En este aparte hago hincapié,
que la violencia – violación, abuso, etc. – no es tolerada por la ley de la
naturaleza. Las parejas acceden a la intimidad
por mutua voluntad y libertad.
Cuando los padres alteran el orden
de las cosas, es que se producen jóvenes con muchos problemas de identidad e
inseguridades, que luego pretenden justificar por su incompetencia e
incapacidad a aceptar su desconocimiento de lo que es normal y natural.
No es cuestión de madurez el sexo,
es cuestión de aceptación y conocimiento.
Crecimiento y Sexualidad
No es una ley del hombre quien determina la
mayoridad de edad, pues es erróneo determinar cuando un hombre o mujer, está
preparada para auto determinarse o ser responsable.
Muchas de las políticas civiles se basan
en prejuicios y tabús, así como de conveniencia de sectores ligados a la
preservación del status quo, que les otorga mantener en falsedades y mentiras a
los jóvenes.
Uno de los mitos más grande en la
historia moderna, es creer que los niños son tiernas criaturas sin capacidad de
entendimiento y que los jóvenes, son personas que requieren de cuidados
especiales por parte del Estado.
Lo cierto es que los dieciocho años de
ahora, no fueron los del siglo pasado.
A eso nos referimos
en páginas anteriores, que la ley natural no ha cambiado ni cambiara, sino la
mentalidad de los hombres en ignorarla o manipularla.
¿Por qué la naturaleza dotaría de la
capacidad de procreación a supuestos incapaces imberbes?
Crecimiento y sexualidad van de la
mano. La experiencia se adquiere a
medida que se vive. Nadie llega a un estadio superior mental si no se le ha
permitido caminar sin restricciones.
¿Por qué menores
que han vivido sin un hogar, adquieren un carácter inusual que muchos confunden
con madurez?
La infancia es una etapa para la preparación
a lo que los “pensadores” llaman adolescencia, cuando en realidad, esa etapa es
la vida adulta.
Muchos saben que esto es una gran
verdad. Como simple testigos, observamos
como un potro recién nacido se pone de pie en sus cuatro patas y comienza a
correr, al igual que una pequeña jirafa; o por qué las tortugas abandonan los
nidos luego de desovar, o el por qué los pingüinos tienen que a temprana edad
buscar sus alimentos, o por qué un pájaro debe abandonar el nido a corta edad.
¿Será que la naturaleza se equivoca? Pues absolutamente no.
Esa es la razón de los cambios fisiológicos
de hombres y mujeres, a lo que han considerado “pubertad”, cuando en realidad
es el momento en que el ser humano busque como desmembrarse de la familia y
obtenga su propia personalidad. De ahí, que sea para los padres la época más difícil
de lidiar con los supuestos “rebeldes” cuando en realidad, están frente a otros
adultos.
En algún momento de la historia, algunos “pensadores”
alteraron el orden natural de las cosas.
Por ello, cuando se encuentra a niños que absorben en poco tiempo el
estudio que los “pensadores” concibieron que debe llevar años, se les llaman “niños
genios” para justificar su diferencia con el resto del sistema inventado por la
mano del hombre.
Claro que es posible que primaria y
secundaria, se acorte en poco tiempo para que los adolescentes inicien a estudiar
un oficio o profesión durante esa época, en lugar de que continúen en una
secundaria.
Para el sistema educativo moderno, no les
conviene que los beneficios económicos de largos años de presupuesto y
donaciones, para un supuesto aprendizaje, se acorte. Ni tampoco se conozca que
todo ha sido un fraude al día de hoy, y se ha tratado a los niños, como
perfectos inútiles para pensar y aprender.
Sin lugar a duda estoy convencido que un chico o chica de trece años,
puede iniciar los estudios superiores en cualquier universidad sin problema
alguno. La naturaleza así lo ha dispuesto para que pueda enfrentar el mundo.
De tal suerte, que los adolescentes
pueden determinar con quién tener sexo y con quién no. La madurez no la da la ley del hombre, sino
la naturaleza.
Continuara…
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